INV y Vinos: ¿Oportunidad o Amenaza?

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El mundo del vino argentino acoplándose a la nación en cuanto a desregulaciones, después de anunciar las últimas decisiones del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) están generando un revuelo interesante. Se trata de la eliminación de algunas «trabas» para la importación de vinos, una medida que busca agilizar el comercio internacional y que, como era de esperarse, ha encendido un fuerte debate en el sector vitivinícola argentino. ¿Una oportunidad para la competencia o una amenaza para nuestros productores locales de vino? Vamos a descorchar esta discusión y analizar sus implicancias para el mercado del vino argentino.

El INV Abre las Puertas a Vinos de Afuera

La noticia principal es que el INV ha implementado una serie de medidas destinadas a simplificar los trámites y reducir la burocracia para la entrada de vinos extranjeros a nuestro país. Esto se enmarca en una política más amplia del gobierno de desregulación y de apertura de la economía. La idea, según el organismo, es fomentar el comercio recíproco, ofrecer mayor variedad al consumidor y, de paso, generar una sana competencia para los productores de vino locales.

Más específicamente, la Resolución 20/2025 del INV introduce cambios clave:

  • Simplifica los procesos de importación, eliminando requisitos redundantes y agilizando trámites administrativos, siempre manteniendo los controles de calidad y seguridad.
  • Ya no se exigirán certificados analíticos obligatorios para productos provenientes de países con acuerdos técnicos con Argentina, salvo en casos que presenten riesgo para la salud o seguridad del consumidor.
  • Los vinos fraccionados de países con acuerdos bilaterales podrán ser aprobados con una simple declaración electrónica, sin necesidad de análisis de laboratorio del país de origen.
  • También se permitirá a los importadores solicitar una muestra de control al propio INV si no cuentan con las certificaciones de origen, lo que busca mejorar la logística.

Estas medidas, que modernizan y agilizan el comercio de vino según estándares internacionales, abren aún más la posibilidad para que bodegas argentinas puedan importar ciertos vinos o componentes estratégicos, por ejemplo, para algunas bases de espumantes o para blending, lo que podría influir en la producción de vino nacional.

¿Por Qué Ahora? Un Contexto de Debate sobre la Importación de Vinos

Mientras el INV argumenta que estas medidas son para agilizar y modernizar el comercio de vino, el sector vitivinícola argentino está lejos de tener una postura unánime. Aquí es donde la discusión se pone picante.

Productores de vino y entidades de Mendoza y, especialmente, de San Juan, han levantado la voz, expresando su profunda preocupación. Temen que la entrada de vino importado, sobre todo el genérico o a granel y ahora con menos controles documentales previos, pueda presionar los precios de las uvas y del vino local a la baja, perjudicando seriamente a los pequeños y medianos productores de vino. Argumentan con firmeza que no hay una real escasez de materia prima en Argentina que justifique estas importaciones de vino. La medida es vista por muchos como un posible golpe a la rentabilidad local y una competencia desleal, especialmente si los vinos importados llegan a precios muy bajos al mercado interno.

Por otro lado, algunas de las bodegas más grandes de Argentina han justificado sus importaciones de vino (principalmente desde Chile) alegando que no consiguen el volumen necesario de vino genérico en el mercado local, o que las condiciones de compra no son las óptimas. Sin embargo, esta postura es rebatida por otros actores de la industria, que sugieren que el problema no es la falta de stock, sino las condiciones de pago o los precios del vino que se ofrecen a los productores.

Más Allá de la Importación: Una Ola de Desregulación Vitivinícola

Es importante entender que esta medida del INV no es un hecho aislado en la vitivinicultura argentina. Se suma a otras acciones recientes del organismo que buscan quitar obstáculos y agilizar procesos en toda la cadena vitivinícola. Hemos visto, por ejemplo, la simplificación para la producción de vinos desalcoholizados a nivel local y nuevas regulaciones para flexibilizar la logística interna y las exportaciones. Todo apunta a un camino de mayor desregulación en el sector del vino.

Conclusión: Un Futuro del Vino en Construcción

La quita de trabas a la importación de vinos abre un nuevo capítulo para la vitivinicultura argentina. Si bien presenta desafíos y genera un debate necesario sobre la competencia de vinos y la protección de la producción de vino local, también puede traer oportunidades para la innovación y la diversificación del mercado del vino. La clave estará en cómo el sector logre adaptarse a este nuevo escenario, manteniendo la calidad y la identidad que hacen únicos a nuestros vinos argentinos, mientras se negocia un equilibrio que beneficie a todos los eslabones de la cadena. Un tema que, sin dudas, seguiremos de cerca en el mundo del vino.