Mendoza: sabores que maridan con el paisaje

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Mendoza, reconocida mundialmente como la capital del vino argentino, ha consolidado su posición no solo por la excelencia de sus vinos, sino también por una oferta gastronómica que marida a la perfección con el paisaje y la cultura vitivinícola. Los restaurantes de bodega se han convertido en verdaderos templos culinarios, donde la cocina de autor se fusiona con los productos locales y las tendencias globales, redefiniendo la experiencia del maridaje.

La experiencia en los restaurantes de bodega: más allá del plato

Comer en una bodega mendocina es mucho más que una simple comida; es una inmersión sensorial. Ubicados en entornos privilegiados, con vistas a viñedos que se extienden hasta el horizonte y la imponente Cordillera de los Andes como telón de fondo, estos espacios ofrecen una atmósfera única. La arquitectura, el diseño y el servicio se combinan para crear una experiencia que celebra el vino en cada detalle. Muchos de estos restaurantes, como Casa Vigil, Ruca Malen y Zonda Cocina de Paisaje (Bodega Lagarde), han sido incluso reconocidos con estrellas Michelin, elevando el estándar de la alta cocina argentina.

Tendencias culinarias: respeto por el producto y creatividad

La gastronomía enoturística mendocina se caracteriza por una filosofía que prioriza la honestidad y la sencillez, respetando al máximo el producto local y de estación. Chefs como Edward Holloway (El Capricho, Bodega Alandes) destacan la potencia de la materia prima mendocina, que «no necesita demasiada intervención». La cocina se vuelve intuitiva, conectada con el clima y el entorno, buscando que la experiencia sea «sabrosa, sensible y real, no perfecta».

Se observa una fuerte tendencia hacia:

  • Cocina de kilómetro cero: Utilización de ingredientes frescos y de cercanía, muchos de ellos cultivados en las propias fincas de las bodegas.
  • Técnicas ancestrales y fuegos: El uso de hornos de barro, parrillas y cocciones a la leña es recurrente, aportando sabores ahumados y texturas distintivas.
  • Vegetales como protagonistas: Si bien la carne sigue siendo un clásico, hay una creciente inclusión de vegetales de estación y propuestas vegetarianas que exploran la diversidad de la huerta mendocina.
  • Menús de pasos: La mayoría de los restaurantes ofrecen menús de degustación de 3, 5 o más pasos, diseñados para un maridaje armonioso con los vinos de la bodega.

El arte del maridaje: un diálogo entre copa y plato

El maridaje en Mendoza es un diálogo constante entre el vino y la gastronomía, donde la técnica y la intuición se entrelazan. La meta es potenciar ambos elementos, creando una sinergia que eleve la experiencia. Los sommeliers juegan un rol fundamental, guiando al comensal a través de las opciones y explicando las razones detrás de cada elección.

¿Qué vinos van mejor y cuáles son las tendencias de maridaje?

Si bien el Malbec sigue siendo el rey y se marida con clásicos como la carne a la parrilla, la tendencia actual es mucho más amplia y audaz:

  • Malbec: Con carnes rojas asadas, empanadas mendocinas, guisos de lentejas y quesos maduros.
  • Cabernet Franc: Gana terreno por su versatilidad, maridando bien con carnes de caza, cordero, hongos y platos con hierbas aromáticas.
  • Bonarda: Con su perfil frutal y taninos suaves, es ideal para pastas con salsas rojas, carnes blancas y picadas.
  • Vinos blancos (Chardonnay, Sauvignon Blanc, Torrontés): Perfectos para pescados, mariscos, ensaladas frescas, quesos de cabra y platos con notas cítricas. El Torrontés, en particular, se destaca con la cocina del norte argentino y platos especiados.
  • Espumantes: Ya no son solo para el brindis. Se maridan con entradas, aperitivos, mariscos e incluso con postres, aportando frescura y acidez.
  • Vinos de corte y blends: Permiten una mayor complejidad en el maridaje, adaptándose a platos con múltiples sabores y texturas.

La tendencia general es hacia un maridaje más flexible y menos rígido, donde la armonía se busca en el equilibrio de intensidades y la complementariedad de aromas y sabores. Los chefs y enólogos trabajan codo a codo para crear experiencias donde el vino y la comida compartan una ambición por la excelencia, reflejando la identidad del terroir mendocino.

En definitiva, la oferta gastronómica enoturística de Mendoza no solo satisface el paladar, sino que invita a un viaje cultural y sensorial, consolidándose como un referente de la alta cocina argentina y un destino imperdible para los amantes del buen vivir.